Podríamos afirmar que salir del closet está de moda, en este momento al hacerlo se pueden ganar seguidores, respaldo y solidaridad. Depende claro de la actividad, el entorno sociocultural y otros factores.
Cuando el ‘youtuber’ Juan Pablo Jaramillo lo confesó abiertamente elevando su número de suscriptores de una manera significativa, entendí que los tiempos en ese sentido sí han cambiado, por dos razones: la popularidad del personaje y la edad en la que decidió afrontar su verdad.
Las cosas han sido bien difíciles para todos los que han tenido que vivir esa doble identidad, es muy común querer experimentar relaciones sexuales o afectivas con personas del mismo sexo, pero reconocer que esto implica una conducta homosexual si es un problema, solo debemos pensar en la tormenta que desato la periodista Vicky Dávila cuando publicó el video en el que dos hombres planean un encuentro sexual furtivo. Sacarlo a la luz provoco que rodaran cabezas.
Pero el asunto de mantener relaciones homosexuales a esos niveles es relativamente común, las esposas y los hijos son los últimos en enterarse porque todo se esconde bajo llave en el closet.
Pienso en varios ejemplos:
Ricky Martin, para mí era evidente desde que lo seguía en MENUDO, pero estábamos hablando de una época en la que ni se podía mencionar, él mismo se manifestaba en su carrera como homofóbico y alardeaba de sus conquistas femeninas, un público enorme que ninguna disquera quiere arriesgar o derrumbar a sus ídolos.
Michael Jackson, nunca se confesó homosexual a pesar de tener siempre una apariencia andrógina que casi rayaba en el travestismo, fue duramente cuestionado por supuesto abuso de menores de edad, pero revelar que su gusto sexual apuntaba a jovencitos adolescentes probablemente le habría costado su corona como ‘Rey del Pop’.
George Michael, en sus comienzos jamás habría hablado de su homosexualidad, esa tensión lo llevo a refugiarse en un closet lleno de marihuana, se dice que consumía hasta 15 cigarrillos al día, no es fácil ser el símbolo sexual para todas las mujeres y buscar a los hombres.
Sé de algunos galanes de nuestra televisión que perderían la mitad de sus contratos solo por asumir su verdadera condición, en ese sentido la conveniencia acaba con la valentía.
Para las mujeres también es difícil, por ejemplo, Alejandra Borrero, lo confesó y declaró que había tratado de llevar una vida normal, pues siendo protagonista de novela siempre seria señalada. En este momento vemos personalidades de la vida política con valientes posiciones frente al tema como la senadora Claudia López o la ex ministra Gina Parody.
En un momento de la historia se necesitaba ser Oscar Wilde para atreverse a confesar su inclinación, pero hoy en día sigue siendo difícil, para las familias es una tragedia, los jefes en algunas compañías les restan habilidades a los declaradamente homosexuales, aún existe el prejuicio que relaciona la condición con una vida desordenada, pero, ¿qué es vida desordenada? Mucho más grave me parece esa doble vida que, entre heterosexuales ven como algo normal, tener esposa y amante al mismo tiempo.
Las cosas mientras usted no las diga y no las enfrente no afectan la carrera, pero la pregunta es: ¿Haría menos atractivo a un cantante de reguetón asumir que prefiere los niños a las niñas? O ¿A una sensual modelo que disfruta con las mujeres?
El punto es que todo el mundo quiere saber más de la cuenta, ¿por qué no respetamos la intimidad de los demás como lo hacemos con la de nuestros padres?, ¿alguna vez queremos indagar qué hacen cuando cierran la puerta de sus habitaciones? ¡Seguramente no!
Para concluir, uno de los ejemplos más contundentes es Juan Gabriel, uno de los símbolos más importantes de la música latinoamericana. Nunca lo confesó, a pesar de que en su historia aparece una supuesta prostitución homosexual en su juventud, así como un evidente amaneramiento.
¿Por qué es tan difícil aceptar la verdad de nuestra propia identidad sexual? Afortunadamente vemos cada vez más jóvenes valientes que viven fuera del closet sin temor a ser rechazados, asumiéndose como entes masculinos, femeninos o transgéneros y no como parodia de una condición que es también otra forma de discriminación: exaltar al más amanerado o al que se burla de su propia condición, eso es convertirse en bufón de una sociedad para ser aceptado por la misma y que no es sino otra manera de cambiar de closet.