Por LA MUJER DE SASTRE | Corresponsal España
La semana pasada todos estuvimos atentos a la condena que le fue impuesta a Rafael Uribe Noguera, el violador y asesino de la pequeña Yuliana Samboní. Muchos nos quedamos sorprendidos por la decisión de la jueza de condenar a Uribe Noguera a 51 años y 9 meses de cárcel y a pagar una multa de 75 millones de pesos por el atroz crimen de Yuliana. No sé que es necesario que ocurra para que impongan la pena máxima de 60 años, que incluso me parece poco para lo que pasó ese 4 de diciembre en el que la familia Samboní perdió a su pequeñita. Y es que no sólo es el caso de Yuliana. Este caso representa y nos hace pensar en los miles de casos de abuso a menores que no sólo ocurren en nuestro país sino en el mundo entero.
Tristemente todos en Colombia sabemos que con estudios, buena conducta y otras actividades de resocialización, Uribe Noguera podría terminar acortando su condena. Supuestamente por la gravedad de los hechos, este personaje no puede aplicar a ningún beneficio penal pero ya sabemos que en el momento en que lo solicité seguro que alguna excepción existirá. Según cálculos que han hecho algunos abogados penalistas, este personaje podría reducir su condena y pagar únicamente 35 años de cárcel. Si 60 años parecen poco, imaginen que los 51 años que le fueron impuestos se reducen. Tiene razón Juvencio Samboní, el padre de Yuliana, en decir que se hizo justicia a medias. La jueza encargada del caso argumentó que la condena fue impuesta teniendo en cuenta la gravedad de los hechos pero también teniendo en cuenta que este individuo no tenía antecedentes y por eso la condena máxima no era aplicable.
Esto inmediatamente abre el debate sobre la cadena perpetua y la pena de muerte. Algunos opinan que la muerte es el castigo indicado para este tipo de individuos. Juvencio Samboní dijo que está de acuerdo con la pena de muerte para estos crímenes, y lo entiendo, pero la pena de muerte es una línea oscura que no podemos cruzar a la ligera. Perder una hija debe de ser uno de los dolores más grandes a los que se puede enfrentar un ser humano. Y espero que estos hechos no ocurran más y que más familias no tengan que perder a sus hijos. Por unas cosas y otras que en este momento no voy a entrar a debatir, yo soy más de los que piensan que la cadena perpetua revisable debe ser considerada como el castigo más adecuado para los delitos de inadaptados como Uribe Noguera. Ya sé que nuestros impuestos son los que pagan la permanencia de este personaje en la cárcel, pero en mi opinión es preferible que esté allí de por vida pagando por los delitos que cometió, y apartado de una sociedad donde seguramente nunca pueda volver.
Es necesario que la justicia avance junto con la sociedad y va siendo hora de repensar las condenas, los castigos. No puede ser que sigamos enfrentándonos a la impunidad frente a los crímenes que se cometen contra nuestros niños. Este caso debe ser tomado como la cara de las injusticias que se cometen a diario contra los menores.
Después de conocer su condena, Uribe Noguera escribió una carta en la que dice estar arrepentido por los actos que cometió. Trato de ponerme en el lugar de la familia Samboní y sé que nunca podré imaginar cuan grande es su dolor. Sin embargo puedo decir que no creo en el arrepentimiento de este personaje, una atrocidad así solo puede venir de una mente enferma, y en esa mente no cabe el arrepentimiento, al menos no tan rápido. Nada ni nadie les devolverá a su niña, nada permitirá que la puedan ver crecer, jugar, sonreír y muestras hipócritas de arrepentimiento simplemente no sirven de nada. Sólo el saber que esta persona estará confinada donde se sabe que la sociedad estará a salvo de ella puede ofrecer un mínimo consuelo.
Yo espero que este caso no pare aquí. Se quedan aún muchas preguntas sin respuesta, muchas heridas sin sanar, y mucho que contar en esta historia, y se lo seguiré contando desde mi pasmo, pero sin caer en el odio ciego, con mi estilo, porque cada estilo personal cuenta una historia.