Ser modelo afrodescendiente en Colombia implica un esfuerzo importante, aún la industria tiene dentro de sus agencias muy pocos representantes de este origen étnico, a pesar de la proporción poblacional que ocupan en el país.
A la hora de los castings, esa prueba horrible a la que se someten, que implica exponerse frente a unos jueces, muchas veces poco calificados para ser evaluados. Jefferson Mejía comenzaba a dar la pelea para entrar a este grupo de jóvenes que recorren con mucho esfuerzo el país -muchas veces por tierra y en difíciles circunstancias para lograr darse a conocer-, pasó por muchos caminos antes de llegar a participar en un concurso de belleza masculino: MR. Colombia. Un evento desprestigiado porque su organización siempre ha estado rodeada de rumores y comentarios que involucran a sus organizadores con malas conductas y poca ética.
Jefferson, en el año 2013, no pasó inadvertido para los encargados de la selección. Facciones agradables, más de 1,90 de estatura y un cuerpo definido, lo convertían en muy buen aspirante. Tuve la oportunidad de conocerlo en un evento muy interesante, Afromoda, en el que representantes de origen mostraban lo más destacado de su estilo y diseño en el Valle del Cauca. Lo conocí ahí y entendí porque había superado las dificultades y el racismo. Me pareció inteligente, respetuoso y elegante. Alguien con un enorme potencial.
Pensé en que era increíble que alguien con su atractivo y talento no hubiera sido descubierto para formar parte de algún elenco de telenovela, de las que repiten galanes cada dos productos pero claro, es fácil adivinar, no estaba metido en el cartel de los managers productores que dominan el mercado.
No supe nada más del joven del que me lleve una gran impresión. Luego revisando mi cuenta de Twitter (que se ha convertido en mi aplicación favorita para actualizarme al instante sin esperar las aburridas emisiones de noticias que cada vez me aburren más), vi a un policía estableciendo responsabilidades antes de un juicio. Decía el uniformado al medio de comunicación que a este hombre se le había acusado de violar ocho mujeres a las que intimidaba con arma blanca y arma de fuego, que procedía a violarlas entre los cañaduzales en la vía Cali – Palmira en el Valle del Cauca. Quedé sorprendido cuando vi a Jefferson esposado y escoltado por dos policías.
Luego, todos los titulares de la web decían algo como: “peligroso violador y modelo en el Valle del Cauca fue capturado en su casa en Jumbo, donde se encontraron pruebas como ropa íntima de mujer y videos pornográficos en su computador”. La violación es un delito terrible, imperdonable, pero mi pregunta es ¿por qué un hombre absolutamente bello, en todo el sentido de la palabra, necesitaría convertirse en violador, cuando cualquier mujer pagaría por sus servicios sexuales, y si se hubiera convertido en gigolo ganaría millones? Pues tendría que consultar a un siquiatra para que me explicara el fenómeno.
Luego su madre declara asegurando que su hijo es víctima de una trampa de una exnovia que encontró la manera más siniestra de vengarse. Yo no sé… Su apariencia y su comportamiento a primera impresión son las de un buen muchacho que a sus 25 años se la ha rebuscado. Tiene serios problemas para su defensa, la discriminación por su origen étnico y la manera como fue arrestado.
Solo espero que la justicia se encargue de hacer una investigación lo suficientemente exhaustiva para que no sea otro inocente confundido con un monstruo, y si resulta ser el violador peligroso que llenó solo por un día los titulares sensacionalistas, también le den la condena que merece.