Por MARTHA LUCÍA RÍOS | Corresponsal Eje Cafetero
Desde hace algunos días vemos como en las redes sociales y cuanto escrito haya, están las imágenes de las fiestas infantiles de los hijos de los famosos, es todo un escenario inspirado y hecho por manos creadoras dejando, volar su imaginación, recreando lugares, situaciones y cuanto aditamento haga parte de esa puesta en escena; sin dejar a un lado a los invitados que acorde al evento van ataviados para no desentonar.
El derroche de color y de sabor en cada uno de los elementos hace que al entrar allí sea todo como un cuento de hadas. Crear esa bonita expectativa cuando se les dice a los niños invitados a la fiesta que será toda una experiencia es un motivo para que ellos estén preguntando ¿cuántos días faltan? Y no sólo ellos, pues los padres también, por que ni ellos ni sus hijos van a ser los de menos (así pensamos los colombianos).
Todo esto está bien cada cual gasta su dinero como bien le venga en gana y no hay discusión, así como hay otros que celebran en diferentes maneras, ¡no faltaba más! Pero también vemos que son ideas copiadas de celebridades de otros países.
Cuando ya somos madres ese instinto y sentimiento maternal se desarrolla al mil por ciento, somos más sensibles, aquí hago hincapié en nuestra responsabilidad como maestros de futuras generaciones y la sana convivencia desde que están pequeños pero cuando las personas deciden ser parte de los famosos, su vida personal se convierte en pública y cada paso que den, así les importe o no, son como un referente y más para quienes se convierten en sus seguidores.
Estas fiestas infantiles dejan el sabor de una competencia de quien gastó más, de quién fue la mejor y como dije, tienen derecho hacer lo que se les venga en gana pero ¿dónde queda la familiaridad? ¿Por qué esa apología a la superficialidad? ¿Cómo le explicas a un infante que la fiesta suya no puede ser así? Esas fiestas para niños de un año que poco están disfrutando, mientras se alardea de los que sólo en unas horas hay allí expuesto, ¡pensemos! Los hijos crecen, no se quedan de un año y en un tiempo corto van a cuestionar.
Los niños de ahora son niños de un “chip” diferente, donde lo humano prima más que la celebración ¿Cómo explicarles que en vez de llevarlos a una fundación o invitar y compartir con niños, que por sus carencias económicas jamás podrán asistir a una fiesta así? Que esa inversión de una fiesta, para demostrar que soy la más, podría ayudar a niños enfermos de familias con tantas limitaciones, que se está celebrando la vida mientras hay niños que con tan sólo un poco de lo que se gastó podrían solucionar algo de ellos sin saber si estarán para su próximo cumpleaños.
Sé también que esto no va a remediar el sin número de necesidades pero, sí se aporta a una mejor conciencia de los hijos desde pequeños, mostrarles que la visión de la vida es la realidad que estamos viviendo y que ellos mismos podrían vivir, pues hasta donde sabemos el destino nos cambia en segundos y nadie en absoluto tiene el futuro comprado.
Lo importante entonces es crear valores, dejarlos ser niños y no metidos en el rol de mayores, del sentido de familia, los afectos, los valores, lo humano y no lo ostentoso y lo material, claro que recordando las frases de los abuelos, esos mismos sabios en cada familia “dime de qué presumes y te diré de qué careces” No se trata de no celebrar, se trata de crear vínculos de amor alrededor de una celebración “Obras son amores y no buenas razones”.